martes, 10 de septiembre de 2013

SÍMBOLOS


Desde hace unos años, mis hijos tienen la costumbre de regalarnos,  a su padre y a mí, unas  pulseras de cuero o de hilo. El regalo lo recibimos siempre en los primeros días de sus vacaciones escolares.

                Se trata de un regalo tan barato como lleno de simbolismo y mensajes:   "señores, que empieza un período en el que nosotros queremos desconectar, pero también os pedimos que descanséis con nosotros". Al menos así lo interpreto yo.

                Ponernos las pulseras significa el inicio de un período más lúdico, en el que  pasamos más tiempo juntos, en el que nos apartamos un poco de la rutina diaria, en la que estamos algo más relajados,.........; en resumen, las pulseras representan un período en el que procuramos atender más a nuestra higiene mental.

                 Pero  esas pulseras desaparecen de nuestras muñecas en cuanto empezamos a trabajar de nuevo: ya no pegan, ya tenemos que recuperar la seriedad y la formalidad. Quitarnos las pulseras implica volver a encorsetarnos.

                ¿Por qué? ¿Porqué necesitamos un símbolo que nos diga cuándo y hasta cuándo podemos sentirnos un poco más relajados/relajadas, un poco más libres?.

                Este año he decidido no quitarme la pulsera. Cada vez que la mire recordaré que necesito un período diario para mi higiene mental. Que la parte lúdica de la vida es necesaria; pero no sólo en una época concreta, sino todos los días.  Soy consciente de que  -en la mayoría de los días-  es más fácil decirlo que hacerlo. Pero si ni siquiera lo intento,.....
 


                Y cuando se me rompa o cuando se me caiga de vieja, la sustituiré por una pulsera mental,  que yo misma me regalaré.